NADA
El hombre buzo se colocó la escafandra y se sumergió
decidido a no regresar a la superficie nunca más. Solo la promesa de amor de la
mujer buzo le hizo tornar al mundo terrenal, pero aun así, ni el día de su
boda consintió en quitarse el traje. Sellaron la ceremonia con un choque
metálico de sus cabezas en lo que pareció ser un beso de amor. Con sus zapatos
de plomo y su traje impermeable, se dirigía todas las mañanas a su nuevo trabajo, arrastrando los
más de cien kilos que llevaba encima. En la lonja hacía de contrapeso en la
balanza, a la vez que de atracción turística, y al terminar la jornada laboral
no era difícil verlo en el puerto, mirando el mar que quedaba a sus pies. Una
tarde no regresó a casa y cuando consiguieron izarlo a la superficie y quitarle
por fin la escafandra, observaron que allí no había nada, excepto unas algas,
agua de mar y un suspiro de alivio.
¡Enhorabuena Rubén! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias majo!
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