sábado, 28 de diciembre de 2013

ABANDONADOS

                                                     No hay nadie; 

                                                no veo a los maquinistas

                                             en la cámara de calderas,  ni

                                             a los marineros en la cubierta,

                                               ni siquiera al capitán en la

                                                   caseta de gobierno. 

                                                      Estamos solos 

                                                           tú y yo. 

                                                           Y este 

                                                            barco 

                                                           navega.

domingo, 22 de diciembre de 2013

GÉNESIS 6: 13-22

         Necesitaba cantidades bíblicas de madera de gofer para treinta codos de longitud (133 metros), cincuenta de ancho (23 metros) y treinta de altura (14 metros), brea para calafatear la nave por dentro y por fuera, planos que delimitaban una ventana, una puerta y piso bajo, segundo y tercero, aposentos y una guía Divina para poner en marcha aquella obra descomunal; Noé comprendió que de todo lo que precisaba sólo disponía de una esposa, tres hijos y las tres esposas de sus hijos y cuando el cielo comenzó a cubrirse de colores grises y negros que avecinaban agua, mucha agua, se giró para comprobar que a sus espaldas diecisiete mil seiscientos animales de todas las especies lo miraban sin pestañear. Y no parecían muy contentos.

domingo, 15 de diciembre de 2013

REVÓLVER (Un micorrelato carveriano)


 -¡No me estás escuchando Benson! Las ventas han bajado… ¡Hace meses que no vendes un maldito coche!
-Tienes barro en los zapatos –dijo Benson- Si entro yo en casa con toda esa mierda en los pies Anny Lee me tira la cortadora de césped a la cabeza y…
-Benson , –le cortó el jefe Boos- te tengo que despedir.
           -Jefe, el domingo, no puedo recibirte a ti y a Mary y a los niños con el jardín como lo tengo…Hecho un asco…
El jefe Boos se puso en pie y agarró a su empleado por las solapas de la  chaqueta hasta levantarlo de la silla:
           -Coge tus cosas y sal de aquí. ¡Para siempre! ¡Ya!
            Benson retrocedió y fue a  su despacho. Tenía algo en un cajón. Lo abrió.  Lo agarró con fuerza y le gustó su tacto frío y metálico. Al salir, se detuvo para observar cómo el jefe Boos  limpiaba por fin, sus zapatos. 


viernes, 6 de diciembre de 2013

LAS NARANJAS DEL SIRIUS

                                   LAS NARANJAS DEL SIRIUS                           
                                                                                           A Lidia Damunt.

El verano. La estación de la infancia. De las chicharras siesteras y de los grillos nocturnos. El mediterráneo moribundo, pero que a tus pies se aparece infinito y hermoso. Tengo un apartamento en la playa. Llamadme burgués. Lo soy. ¿Qué queréis? Únicamente me dejo llevar por la corriente. Y no por la del mar precisamente, si no por la de esta sociedad que te arrastra con sus obligaciones: rozando los cuarenta, soltero, sin hijos… solo te falta veranear con tus padres. Y por ahí no. Otra hipoteca y apartamentito cuco, mono. En Calblanque. El paraíso. Aquí reposarán mis cenizas. Sonarán Family mientras los dos o tres amigos que me queden beben vino blanco.  Urbanización blanca. De paredes lisas. En pleno estío hay que ponerse las gafas de sol para mirar el edificio. Con la burbuja inmobiliaria la he comprado a buen precio. Casi nunca hay nadie. Los propietarios trabajan todo el día para poder pagar  una casa en la que casi no pueden permanecer. Veinte días en agosto, si acaso. Tengo vecinos. No nos saludamos. No nos conocemos. No coincidimos. Ni falta que hace. Son matrimonio. Mediana edad. No discuten. No se les oye. No tienen hijos-gracias de corazón-. No se ríen a carcajadas. No se ríen. No lloran. No follan. No hablan, ni bajan a la piscina ni van a la playa. Los considero maestros de la perfecta educación. Son ideales.
El camino hasta la playa transcurre entre cornicales, artos, rascamoños y palmitos. Naturista. La playa es de despelote. No todo el mundo está dispuesto a comprarse una casa en donde la playa más cercana es nudista. Yo sí. Comunión con la naturaleza. Todo al aire con el aire. Siempre hace viento. Me molesta. Se me vuela la sombrilla. Un día empezó a rodar dando unos botes de escándalo. Parecía clavar el pincho en la arena, pero no. Salía de nuevo impulsada por un viento traicionero. Yo corría detrás de ella. Ridículo. En bolas corriendo detrás de la maldita sombrilla. Más ridículo. La cazó un tío negro como el tizón. Me enseñó a poner la sombrilla de tal forma que no se volase aunque soplara el mismísimo Katrina. Paco era torrero de faro.
-¿Todavía existe esa profesión?
-Sí.
-Ah…
Me invitó a conocer el faro de Cabo de Palos. Después os lo cuento.
            Evidentemente, los vecinos de la urbanización son de miras amplias y de progresismo ilustrado. Y de progresismo sexual. La playa es grande pero las feromonas sobrevuelan el ambiente. Ambiente cálido, la arena fina, los bancos de peces entre los que puedes nadar. No hace falta recurrir al Cialis. Te pones cachondo. Directamente. Por eso practico nudismo. Porque el contacto físico-visual con la naturaleza-otros cuerpos, me devuelve a la vida después del invierno. Me gustan las playas nudistas y el arte. No tuve reparos en presentarme –cuando no tenía un duro/euro- a las pruebas de modelos de la facultad de Bellas Artes de la UMU. Tenía que posar para los alumnos. Asignaturas: Morfología Artística, Movimiento, Representación Escultórica del Cuerpo Humano, Procedimiento y Técnicas Pictóricas y Fotografía. Lo más difícil de aquel trabajo era permanecer inmóvil. Quieto. Estático. Entonces parecía picarte todo. Aprendí, entonces, a dominar mi cuerpo. Todo está en el cerebro. Y yo mando en él. Hay cosas que no se pueden controlar. Por mucho que practiques. Una erección, por ejemplo,(el priapismo juvenil es una bendición). Tuve una en Morfología Artística. Además era un posado de perfil. Mal momento y peor solución. Risas entrecortadas. Mi pose de guerrero griego mancillada por aquel invitado inesperado. Una alumna lo plasmó con su carboncillo, tal cual. Sobresaliente. El resto dejaron al pájaro durmiendo.
            Los defensores del naturismo venden la película del contacto con la naturaleza, la imposición absurda del vestido, la libertad, aceptar como somos y aceptar el cuerpo del de al lado, el respeto, la tolerancia y mil cosas más que yo resumo en una: somos seres altamente freudianos y todos nuestros actos tienen un sentido sexual. Vamos, que lo de liberarnos de tabúes está muy bien pero las playas nudistas están llenas de gente cachonda. Además hay un resorte biológico que a los que somos propensos a la poca vergüenza, se nos dispara con la edad. Me explico; Este tipo de playas están llenas de viejos y viejas. Tetas enormes, carnes flácidas, testículos descomunales y penes curtidos en mil correrías. Es como si llegada la edad de la jubilación, también lo hiciesen de los prejuicios. Y claro, ¡mantengamos un poco el sentido estético! Lo siento; todo no vale. Los cuerpos jóvenes -y para qué negarlo- los más bellos, son más caros de ver. Dan ganas de acercarse a ellos y decirles que lo hagan ya, que no esperen a tener cientos de años, que enseñen –ahora que pueden- lo que tienen o que callen para siempre. Pero la juventud es terca, tozuda. No escuchan ni aceptan consejos. La gente joven es como tiene que ser; descreída, desvergonzada (menos en desnudarse en una playa), sectaria y divina. La juventud es divina. Se pasa rápido. Ser joven es un estado traicionero. Cuando quieres agarrarla para que no se vaya nunca, para que no opte por desaparecer, te deja en la estacada y se volatiliza. Si te encuentras a alguien joven excesivamente educado, culto, buen estudiante, amante de la familia, con las ideas muy claras respecto a su futuro y feliz, acabas pensando de él que es un viejo prematuro. Los jóvenes tienen que ser gamberros y crápulas por definición. Los jóvenes hacen el amor sin preservativo y tienen embarazos no deseados. Las chicas a las que les pasa esto se despiden del divino tesoro por arte del Predictor. Se hacen adultas por imposición intrauterina. Suele acabar mal. El chico huye con su esperma hacia otros lares, pero ya ha entrado por la puerta de atrás de los adultos y quedará marcado de por vida. La juventud es peligrosamente adictiva y tan efímera que se presta a malgastarla sin contemplaciones, como  un jugador descerebrado arriesgando la casa de sus hijos en una partida infernal de póquer.
            Paco, el farero, ya hacía tiempo que había olvidado que alguna vez fue joven. Yo, que atravesaba -como si de un maldito lugar común se tratase- la crisis de los cuarenta, no conseguía deshacerme de los recuerdos de juventud, pero también había dejado de serlo. Ahora, convencido de que objetivos más intelectualoides, podrían redimirme de la añoranza del tiempo que pasa, me había convertido en un escritor tardío y sin obra publicada que aprovechaba cualquier oportunidad que me brindasen las circunstancias y todo lo que pasaba a mi alrededor para inyectar, como si de un yonki ochentero se tratase, la heroína de la vida en mis venas de cuarentón y así poder sentir que seguía vivo. No dudé en aceptar la invitación de Paco, y una tarde  me presenté en Cabo de Palos, en el faro que vio hundirse –como testigo mudo de la Historia- al Sirius en 1906. El vapor italiano, con sus dos chimeneas y tres mástiles,  unía Génova con Brasil y Argentina. Un cuatro de agosto por la tarde, con el mar en calma, el Sirius chocó, encalló y se hundió en el Bajo de Fuera. Se llevó consigo a más de doscientas cincuenta pasajeros y un enorme cargamento de naranjas embarcadas en el puerto de Alcira. Todavía reposa en fondo del mar.  El mar. Estar en él es como volver al vientre materno. Pero no flotando como si fueses una boya barrigona. Me refiero dentro, con una masa inmensa de hache dos o encima de tu cabeza. Aunque tal vez el famoso vientre materno no sea tan agradable… ¿Quién lo afirma? ¿algún neonato superdotado?¿cómo podemos saber que es un espacio tan placentero? ¿por qué, si no, cuando te quedas encerrado en un ascensor  te dan los siete males? Un ascensor cerrado que se para entre el tercer y cuarto piso puede ser como un vientre materno. ¿no estabas tan a gusto en un espacio pequeño, rodeando de líquido ammiótico y en posición fetal? Pues hala, adopta la postura y ¡quédate en el puto ascensor! Pero a lo que iba. No dejéis que me despiste.
            Einstein decía que el empleo de farero era una de las situaciones más apetecibles para un investigador. Un trabajo relativamente sencillo capaz de proporcionar la tranquilidad y contemplación necesarias para abordar la investigación científica. Paco no era precisamente un científico, pero tenía algo de loco. Después de bebernos unos vinos subimos a lo más alto del faro. Todavía no era de noche  pero Paco encendió la lámpara.
Después de perseguir algunas gaviotas y algún que otro cormorán dirigí los prismáticos a un enorme petrolero que se abría paso en el horizonte. Salimos fuera. Una balconada rodeaba aquella zona del faro. Nos sujetamos a la barandilla. Alguien silbaba a mis oídos. Era la voz del mar; continua, poderosa y rítmica. Imposible escuchar lo que decía Paco. El mar lo inundaba todo y a todos mientras giraba alrededor de la lámpara, contándonos a cada uno de nosotros, una historia diferente e íntima. Paco apareció con una cometa. Se elevó, rauda, más allá de la zona de vuelo de las gaviotas, que curiosas, observaban a la intrusa. Pude oírle gritar: “Es el único faro del mundo desde el que se vuelan cometas.” Fue sacando una cometa tras otra, hasta ocho. Anudadas a la barandilla, volaban alto, rodeándonos y compitiendo entre ellas por elevarse un poco más.  Pude sentir como aquella mole de piedra se desgajaba de sus cimientos centenarios y el faro, impulsado por el viento, se elevaba guiado por sus alas de tela hacia un viaje incierto e infinito. Debajo de nosotros, el Mediterráneo seguía brillando, ayudado por el sol, con ese azul intenso, que de mágico, se confundía con el cielo.        
Salí de allí trastabillando a cada paso que daba. Parecía como si mil abejas estuviesen zumbando dentro de mi cabeza. La playa de Palos se abría a mis pies, desierta, y pude observar como cientos de pequeñas, redondas y  anaranjadas naranjas valencianas luchaban entre sí por abrirse paso y llegar al fin, triunfales, hasta  la orilla.


sábado, 5 de octubre de 2013

LA COLECCIÓN

Me gustan los paños de cocina. Tengo paños de cocina por toda la casa. En una ocasión estaba con un ligue y buscando los preservativos, aparecieron montones de paños de cocina repartidos por los cajones. Por cierto, me quedé sin sexo. Pero esa es otra historia. Los compro en IKEA (los condones en la farmacia, graciosos) y los voy usando en la cocina. Cuando pierden el blanco que traen de fábrica los tiro y cojo uno nuevo. Pienso en las manos que los han manipulado, en las familias que tal vez vivan de tejer estos trozos de tela con rayas azules unos, o con rojas otros. Pienso que tal vez haya miles de ellos enterrados bajo las ruinas de un edificio derrumbado en Bangladesh. Pienso en manos inertes asidas a esos trapos. Pienso en toneladas de cemento, hierro y acero. Decido que voy a lanzar mis trapos de cocina al mar. En vez de flores, trapos. Después me acercaré a mi almacén favorito y les obsequiaré con un par de condones molotov. Qué menos.

domingo, 29 de septiembre de 2013

HUMANOIDE

Me llamo Nagakute Aichi y estoy convencida de que mi tostadora lee a Asimov. Desde su pantalla led me envía mensajes todas las mañanas: “Un robot no puede hacer daño a un ser humano”, “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos” o “Llegas tarde a la oficina”. Hoy dice: “En la Fortaleza de la Soledad hay que resistir”. Tecleo en Google “Fortaleza de la Soledad” y averiguo que es la casita de hielo de Superman.
            ¿Está mi tostadora sola? ¿Qué tiene que resistir? ¿Tendrá frío?. Recargo mis relés, termino mi desayuno y me marcho al trabajo. Apago la luz de la cocina y al hacerlo, creo percibir que la tostadora centellea con sus luces verdes.


domingo, 22 de septiembre de 2013

                           LA DIETA

         - ¿Dónde vas tan temprano?- Lucía me mira incrédula. Me ha sorprendido con un pie fuera de la cama y en actitud sigilosa.
         - Hoy es domingo- le digo entre susurros.
Lucía se da media vuelta mostrándome parte de una espalda bien formada y apetecible. Siempre me gustó la espalda de Lucía. Cuando nos conocimos pasaba largas horas masajeándola y dándole mordisquitos. Ahora, después de una eternidad juntos ya sólo la mordisqueo de vez en cuando.
         - Por eso lo digo, pesado- Me dice Lucía somnolienta.
         Yo siento ganas de tumbarme de nuevo a su lado pero descarto la idea porque hoy es domingo. Salgo de la habitación cerrando la puerta tras de mí con cuidado. Al pasar por el salón veo a Tula, la perra, que ni si quiera se mueve para saludarme, y no me sienta muy bien porque siempre he pensado que si tienes un perro que no te saluda, ¿Para qué tienes perro?. De todas formas, ahora lo más importante es llegar al aseo. Enciendo la luz y efectivamente, allí estoy. Despeinado, ojeroso, con barba de dos días y sobre todo gordo: hinchado, relleno, sobresaliente por exceso. Por eso pienso que he elegido un buen día para empezar. El cocido de ayer en casa de la suegra fue una bomba grasienta que noto clavada en uno de mis michelines. Por la tarde los amigos y el fútbol se encargaron de seguir cebándome a base de cerveza y pizza. Así que hasta aquí he llegado. Hoy: choque de la piña.
         En la cocina aprieto el botón de la cafetera y me dedico a abrir armarios buscando los alimentos necesarios que van a devolver a mi cuerpo a un estado decente. Por lo pronto un poco de pan de molde integral con una loncha de pavo y el café será suficiente. Lucía aparece hipnotizada al olor  y casi sin percatarse de que estoy allí, se comporta como Tula y no me saluda. Se prepara un buen desayuno y agarra una bolsa de magdalenas con la seguridad que dan las acciones que se hacen sin remordimientos de ningún tipo.
         - Hoy vamos a casa de mi hermana- Me dice.
Yo noto que saltan las alarmas y me siento frente a ella, en esa mesa tan cuca que tenemos en la cocina, pero que es demasiado grande para tan poco espacio.
         - Esto no estaba en los planes del fin de semana- Le digo.
         - Ah, ¿No?- Contesta ella. - Creía que te lo había dicho… bueno pues ya lo sabes-.
         Me dice todo esto sin levantar la cabeza de su café con leche, ya que la segunda magdalena está a punto de romperse y salpicarlo todo. Observo sus maniobras culinarias y siento que mis tripas se retuercen cuando engullo de un bocado mi lonchita de pavo cero por ciento en grasa. Pienso que va a ser un domingo muy duro pero no voy a dejar que una simple dieta pueda conmigo, así que sigo en mi línea.
         - Tu hermana y tu cuñado no comen como las personas…Lucía, cada vez que vamos por allí me da la sensación de que quieren atiborrarnos. Como si tuviésemos cara de hambre o yo que sé…
         - Pues qué quieres- me interrumpe. –Es domingo- Dice mientras sigue tragando.
         Nos quedamos los dos en silencio. Lucía lo rompe: -¿Sabes?- Me dice. – Mañana me pongo a dieta-.
         Yo la miro emocionado: - ¡Y yo contigo! -´Casi le grito.
         Se hace otra pausa que esta vez interrumpo yo: - Cariño, por cierto, si eres tan amable, ¿Me pasas una magdalena?-

         

martes, 23 de julio de 2013

EL BEBÉ REAL

                                                           EL BEBÉ REAL
                    (Kate and William´s royal baby)

         Pasado de kilos y de algo más, Peter Pan sobrevuela Nunca Jamás haciendo eses. Wendy, sentada en la casa del árbol levanta la cabeza y deja escapar un suspiro. Cuando Peter consigue por fin,  aterrizar a su lado, Wendy se abraza con fuerza a su hombre-niño y entre sollozos le pide que la saque de allí, que la regrese de inmediato a Londres; no puede, por nada del mundo, perderse el nacimiento del año.

lunes, 22 de julio de 2013

FIN DE SEMANA

                                      FIN DE SEMANA

Lucía lo tomó entre sus manos. Pudo comprobar su tacto suave y un cierto olor a goma afrutada. Apagó el televisor y decidió echar una ojeada rápida a las instrucciones. “Esto no puede tener mucho misterio” se dijo. Le introdujo dos pilas de un voltio y medio y volvió a acariciarlo comprobando lo flexible que era. Pulsó un botón y su nuevo juguete empezó a vibrar suave, sin pausa, difuminando notas de olor a látex recién estrenado. Se acomodó en la cama y decidió que ahora sí, había llegado el momento de probarlo. Pero sonó el móvil. Lucía se encontró con dos aparatos que vibraban en las manos. Los miró detenidamente durante unos segundos y decidió apagarlos al unísono. No le apetecía nada escuchar los lamentos de Julio, pero la imagen del hombre con el que había compartido los últimos años de su vida le dejó la libido bajo mínimos, por lo que se incorporó y decidió ir a desayunar antes de que cerraran el buffet. Fin de semana en un Londres para corazones despistados, que era como ella sentía el suyo. Después de la ducha y de unas pinceladas en los ojos se deslizó en unos vaqueros bien ajustados. Completó su indumentaria con una camisa de marca ceñida y se dispuso a devorar sin miramientos todo lo que encontrase en el desayuno. ¿Por qué sentía esa necesidad de comer tanto en los hoteles? Salió de la habitación, pero después de recorrer unos metros decidió volver para colocar el cartelito de “no molestar” en la puerta, y ya de paso, dejar encendido el televisor. No quería que ninguna camarera husmease en sus cosas. Pero no logró desayunar aquella mañana. Su nuevo juguete no dejaba de vibrar encima de la cama.

jueves, 4 de julio de 2013

CIRUGÍA

                                          CIRUGIA
                        (Homenaje a Ana María Shua)

-Bisturí. Dice el cirujano.
-Bisturí. Repite el cirujano ayudante.
-Separador perineal de once centímetros. Pide el cirujano.
-Separador perineal de once centímetros. Vuelve a decir el ayudante.
-Pinzas de disección Adson. Dice el cirujano.
-Pinzas de disección Adson. Repite el ayudante.
-¡Atención a la succión de la sangre!  Eleva el tono el cirujano.
-Ya habéis oído: ¡Atención a la succión de la sangre! Apostilla el cirujano ayudante.
Alrededor del paciente una marabunta de enfermeros y auxiliares revoloteamos con nuestros móviles buscando una conexión a internet.  O averiguamos pronto qué instrumentos se corresponden con esos nombres o esa próstata no va a sobrevivir.


martes, 2 de julio de 2013

EL DESFILE

                                              EL DESFILE
                               (A la compañera desconocida)

¿Qué tal si me guardo el silencio? Tengo hambre de silencio…Estoy dispuesta a robarlo. Para conseguirlo he echado a mi marido de casa. También he alejado, como si de un par de fardos pesados se tratasen, a mis dos hijos. Por último me he librado de la abuela y de Literato, el perro. La felicidad dura poco: las palabras de mis libros se van voluntariamente; no están preparadas para desenvolverse en tanta quietud y desfilan, hacia la puerta, en riguroso orden alfabético: A, B, C, D,..

miércoles, 12 de junio de 2013

                  EL HOMBRE BALA

         La noche anterior a la función, ya se había ocupado de cargar el cañón con kilos y kilos de pólvora. El hombre bala salió disparado a mil por hora atravesando la carpa del circo para así perderse entre las nubes y el cielo. Creyéndose liberado, miró hacia abajo y allí estaban, siguiéndole por carretera, aquellos de los que huía. A saber: su mujer-la equilibrista escapista-, gritándole que no llegaban a fin de mes. Sus dos hijos; enganchados a una tablet. Su suegra –la Mujer Barbuda-, escupiendo que ella era mucho más hombre que él. El Hombre Elefante bramando que no se preocupase, que él cuidaría de la equilibrista-escapista. El director-presentador del circo, agitando las  cientos de letras que quedaban por pagar de la casa-caravana color mierda, por mucho que su mujer dijese que no, que eso era color oro. También iban a la carrera el tragasables, lanzándole cuchillos que se perdían en la nada y reclamándole deudas de juego, la maestra de los niños recriminando que no hacía nada por evitar las fugas de éstos del colegio, y que no le valía la excusa de que habían salido a su madre, y el payaso llorón –cuya presencia allí no se explicaba de ninguna manera- con su eterna cantinela de sollozos y lágrimas a borbotones. Cerrando la comitiva pudo ver dos elefantes, tres tristes tigres, un viejo león sin melena, las serpientes, los perros caniches y hasta a  las pulgas saltarinas. Cuando la fuerza del impulso empezó a decaer y a sus seguidores se les dibujaba una sonrisa en la cara apareció el Mago Eugen –su único amigo-, que por arte de birlibirloque, lo introdujo en su chistera, situando en su lugar al hombre pájaro de Red Bull, que con un giro de su traje alado se perdió para siempre entre las paredes verticales del Gran Cañón, para desesperación de la equilibrista escapista, los dos niños, la Mujer Barbuda, el Hombre Elefante, el director-presentador, el tragasables, la maestra, el payaso llorón, los dos elefantes, los tres tristes tigres, el viejo león sin melena, las serpientes, los perros caniches y hasta de las pulgas saltarinas.