miércoles, 11 de marzo de 2015

TODO ES MAR

Navego por un mar de letras. Al lanzar por la borda la perífrasis me quedo sin predicado. Esto enfurece a los asuntos marítimos y se me vienen encima una aliteración, un calambur, una onomatopeya y hasta una paronomasia. Sigo achicando con la agilidad que me permiten mis músculos de marinero de tinta y papel, pero es inútil. Somos engullidos por el retruécano y la hipérbaton. Al final, el quiasmo. Vosotros, lectores, sois los marineros embaucados por este capitán; sed pacientes conmigo, y cuando lleguemos a puerto os pido clemencia. Los más mareados podéis ir a casa mascullando vuestras nauseas y los más convencidos, -por piedad-, decidle a los demás, que suban al barco, que el viaje no está tan mal, que el capitán no es tan malo…