sábado, 25 de enero de 2014

PAPÁ QUIERE SER PRINCESA

A Álgora.


El espejo le devuelve el rostro afeitado. El contorno blanquecino que queda donde antes había barba, se disimula con  maquillaje. Papá elimina pelo de sus cejas y las perfila con un lápiz negro. Se aplica en resaltar sus pómulos, en hacer grandes sus pestañas con otras, infinitas, y las hace moverse coqueto para ver el resultado.  Da profundidad a su mirada creando contrastes entre las sombras claras y oscuras. Utiliza marrones, grises y un verde oscuro que remata con un toque plata en el lagrimal. Consigue unos labios rojos que invitan a besar y corona su cabeza con una  peluca  de corte moderno y reflejos caoba. La camisa es de seda, de manera que cae voluptuosa sobre los pechos de látex, de tamaño apetecible. Dan ganas de tocarle las tetas. Uñas postizas de porcelana: divinas. Hombreras, plataformas, leggins,  y un buen copazo de Gordon´s. Busca en el armario y elige un bolso a juego, de imitación, aunque nadie lo diría. Ya está preparada, pero papá no es mujer de una única copa. Solo aprecio un problema a su nuevo trabajo: demasiada ginebra. 

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